En colaboración con Wingu, la organización La Casa Grande ha superado los desafíos que le impuso la digitalización de su trabajo, adaptándose a una atención virtual para madres y bebés. Este proceso ha sido fundamental para expandir su labor de promoción de la lactancia materna en Venezuela y más allá, utilizando tecnología que antes les resultaba ajena.
La pandemia supuso un reto significativo para La Casa Grande, una organización venezolana dedicada a la promoción de la lactancia materna, la nutrición y el neurodesarrollo en los primeros mil días de vida de los bebés. Con 20 años de experiencia en atención presencial, de repente se enfrentaron a la imposibilidad de seguir brindando sus servicios de forma física. “Cuando llega la pandemia, ya no podíamos estar cerca de las personas (…) se limita el transporte, los centros de salud se cierran, y no podíamos asistir a la sede que teníamos en ese momento”, nos cuentan Nayvi Morles, Evelyn Mercedes Niño y Nery Sanchez en una entrevista junto a nuestro equipo.
Gracias a la colaboración con Wingu, La Casa Grande pudo transformar su atención tradicional en un modelo digital, superando barreras tecnológicas que nunca antes habían tenido que afrontar. Uno de los momentos clave en esta transformación fue la implementación de Salesforce, una plataforma de gestión de relaciones con clientes (CRM) adaptada para el manejo de historias de lactancia.
Este cambio, emparejado a la atención a distancia ya emprendida durante la pandemia y con el equipamiento tecnológico necesario, no solo permitió que el equipo de La Casa Grande organizara mejor su trabajo, sino que abrió las puertas para atender a madres no solo en Venezuela, sino también en otros países, llegando incluso a mamás migrantes en condiciones de vulnerabilidad. Como explica la fundadora, Evelyn Niño: “Podemos ver mamás de todo el país e incluso mamás venezolanas que están pasando mucho trabajo afuera y las logramos apoyar. Es increíble (…) una tarde atender a una mamá en Madrid y después a otra en Perú”.
Además, se mejoró la capacitación del equipo, integrado por muchas personas que nunca antes habían usado una computadora. “Hubo gente que nos impresionó (…) en diciembre una persona no encendía una computadora sola, y para febrero ya estaba celebrando cómo había podido hacer una atención a distancia con una familia”. Este proceso demostró que la tecnología, bien aplicada, puede ser una herramienta poderosa de cambio social.
Hoy, La Casa Grande continúa trabajando con Wingu en nuevos proyectos, como la posibilidad futura de implementación de un asistente virtual que ayudará a madres a acceder a información crucial sobre lactancia. Este proceso no solo refuerza su misión, sino que también posiciona a la organización como un referente en la transformación digital dentro del sector social en América Latina. «Nos estamos viendo con un asistente que amplíe nuestra capacidad de acción para atender a mamás (…) y nos ayude a concretar nuestra visibilidad en otros ámbitos», nos señalan desde la organización.
La alianza entre La Casa Grande y Wingu es un ejemplo claro de cómo la tecnología puede ser una herramienta transformadora en el ámbito social. A través de la colaboración, el compromiso y la innovación, esta organización ha logrado no solo adaptarse a los desafíos de la pandemia, sino también ampliar su impacto, alcanzando a más madres y bebés en Venezuela y en la diáspora. En un mundo cada vez más digital, historias como ésta nos recuerdan que el verdadero valor de la tecnología radica en su capacidad para mejorar la vida de las personas.