En el marco del 8M – Día Internacional de la Mujer Trabajadora, durante todo el mes de marzo Wingu propuso una serie de diálogos que buscan cruzar distintas visiones sobre las temáticas género y tecnología. En este sentido, se llevó a cabo el encuentro «Domando sesgos: estrategias para una IA que no reproduzca estereotipos», un espacio que propuso reflexionar sobre cómo la tecnología, y particularmente la inteligencia artificial (IA), puede contribuir a la equidad de género o, por el contrario, reforzar estereotipos y desigualdades.
El evento contó con la participación de María Rivera Betancourt, directora de Cuidos y referente de Wingu en temas de innovación con enfoque de género, y Teresa Pérez del Castillo, consultora de ONU Mujeres especializada en alianzas, sector privado y emprendedurismo.
¿Qué significa domar un sesgo?
El encuentro partió de una premisa fundamental: los sesgos de género están profundamente arraigados en nuestras estructuras culturales, sociales y también tecnológicas. Un sesgo es un atajo mental, una asociación automática que responde a aprendizajes inconscientes. En el ámbito de la inteligencia artificial, estos sesgos pueden traducirse en sistemas que replican y amplifican desigualdades, ya sea al asignar tareas, proponer soluciones o definir representaciones visuales o discursivas.
Reflexiones y aprendizajes clave
- La inteligencia artificial no es neutral
La IA aprende de los datos con los que es entrenada, y si esos datos están sesgados, las decisiones que tome también lo estarán. Como se explicó durante el encuentro, incluso modelos preentrenados pueden reproducir estereotipos de género, clase y etnia si no son cuidadosamente revisados y adaptados. - El peligro de normalizar lo sesgado
Una de las alertas que surgió en la conversación fue que si los sesgos no se identifican, pueden integrarse como verdades incuestionables. La IA puede convertirse en una herramienta que valida desigualdades preexistentes, si no se actúa con pensamiento crítico y conciencia. - Proyectos con IA también deben ser diseñados con perspectiva de género
A través de la experiencia de Cuidos, una aplicación desarrollada por Wingu para promover la corresponsabilidad en las tareas de cuidado, se evidenció cómo los sesgos se filtraban incluso en soluciones diseñadas para cerrar brechas de género. El equipo debió realizar un trabajo exhaustivo de prueba, análisis y ajuste para evitar que la IA reforzara estereotipos tradicionales en la asignación de tareas dentro del hogar. - El monitoreo y la diversidad son claves
Una de las estrategias fundamentales para mitigar sesgos fue conformar un equipo interdisciplinario con perspectiva de género y hacer pruebas constantes con distintos modelos de IA. Se destacó la importancia de que los equipos tecnológicos incluyan miradas diversas, tanto de género como de origen, edad y experiencia. - Educación digital y pensamiento crítico
La alfabetización tecnológica es un desafío clave para que más mujeres y diversidades puedan participar activamente en el diseño y control de estas herramientas. También se enfatizó la necesidad de fomentar el pensamiento crítico en el uso cotidiano de la IA: cuestionar, repreguntar, no dar por válidas todas las respuestas. - La IA también puede ser una aliada
A pesar de sus riesgos, la inteligencia artificial también puede usarse para promover la equidad, si se diseña de forma consciente. En este sentido, el encuentro subrayó que no se trata de rechazar la tecnología, sino de humanizarla, monitorearla y acompañarla con principios éticos y sociales sólidos.
Hacia una tecnología con justicia social
La charla dejó una certeza compartida: la inteligencia artificial está moldeando el presente y el futuro de nuestras sociedades, y por eso, quienes trabajan en el sector social no pueden mantenerse al margen. Para lograr una IA que no reproduzca estereotipos, es indispensable incorporar la perspectiva de género en todo el ciclo de vida de las tecnologías: desde el diseño hasta la implementación.
En el marco del 8M, este webinar cerró un ciclo de conversaciones fundamentales sobre tecnología, género y derechos, reafirmando que la transformación digital con justicia social solo es posible si desafiamos los sesgos desde el pensamiento crítico, la diversidad y el compromiso colectivo.